Belén Martinez-Herrera Merino
La leche materna es mucho más que un alimento. Es un producto vivo de gran complejidad biológica que va variando su composición adaptándose a las necesidades del lactante. Es rica en oligosacáridos, ácidos grasos, antioxidantes , inmunoglobulinas, factores de crecimiento... Protege al lactante y estimula y modula su maduración y desarrollo inmunitario por lo que los niños amamantados enferman menos, no solo durante la época de la lactancia, sino también durante el resto de sus vidas.
La composición de la leche materna va variando a lo largo de la lactancia; es distinta si la madre tiene un bebé prematuro que si tiene un bebé a término y continúa variando a medida que el bebé crece. El calostro es la leche de los primeros días tras el parto, se produce en pequeñas cantidades pero cubre todas las necesidades del recién nacido. Es un potente laxante que facilita la eliminación del meconio. Es muy rico en prebióticos (oligosacáridos) y probióticos (lactobacillus) que van a colonizar el intestino del recién nacido y a conformar su microbioma intestinal contribuyendo a crear un biotipo intestinal saludable para el resto de su vida. Además su escaso volumen permite al recién nacido organizar progresivamente la coordinación succión-deglución-respiración, disminuyendo el riesgo de aspiración y las intolerancias digestivas. Cuando una madre tiene un bebé prematuro la composición de su leche es distinta que la que produciría si su hijo hubieses nacido a término. Su leche está adaptada a las necesidades del recién nacido pretérmino, tiene mayor cantidad de proteínas, IgA y lactoferrina y menor cantidad de lactosa. Si una madre está amamantando a otro hijo mayor, en el momento del parto volverá a cambiar la composición de su leche y volverá a producir calostro. Es normal en estos casos que las deposiciones del hijo mayor cambien de aspecto ya que como hemos comentado el calostro es un potente laxante.
La composición de la leche materna también varía a lo largo del día, a lo largo de la toma, e incluso cuando el bebé o la madre están enfermos. Por ejemplo, por la noche tiene más triptófano que es un inductor del sueño, al final de la toma tiene más grasa y endorfinas que ayudan al bebé a quedar saciado y relajado. Cuando la madre de un bebé está enferma, su leche es más rica en anticuerpos específicos ("defensas") que actúan protegiendo al lactante del contagio y cuando es el bebé el que está enfermo, aumenta la concentración de leucocitos en la leche para ayudarle a superar la infección. https://www.nature.com/cti/journal/v2/n4/full/cti20131a.htm
Se ha hablado mucho de la importancia de la leche del final de la toma porque es más calórica. Incluso se ha llegado a menospreciar la leche del inicio, considerándola aguada y con escaso valor nutricional. Sin embargo, los factores protectores están principalmente en la leche de inicio y aunque sea menos calórica, es tan importante como la del final ya que protege y ayudan al bebé a superar las infecciones.
La grasa es uno de los componentes de la leche que más varía a lo largo de la lactancia y va aumentando su concentración a medida que el bebé crece. Cuando tiene un año la leche materna tiene aproximadamente un 28% más de materia grasa que durante los primeros meses. No es verdad que a partir de los 6 meses "la leche sea aguada" como dicen, más bien todo lo contrario, es más nutritiva y además protege al bebé de muchas enfermedades.
La lactancia materna es mucho más que una forma de alimentar. Además las hormonas que se producen durante el amamantamiento intensifican los sentimientos maternos y facilitan el establecimiento de un vínculo y un apego seguros. Las leches de fórmula son un alimento seguro para el lactante, que permiten que crezca y se desarrolle adecuadamente, pero como hemos visto, no son lo mismo. Carecen de todas esas características que hacen a la leche materna insustituible e imposible de sintetizar de forma artificial.